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jueves, 13 de julio de 2023

Control de precios en la economía. La paradoja de la ley de la oferta y la demanda en los precios. ¿Es democrático controlar precios?


No es necesario poner controles de precios por parte de ningún estado. Las asociaciones de fabricantes, los antiguos gremios, los colegios oficiales de trabajadores titulados ponen a veces los precios de venta, pero como una orientación, no como una obligación. Sin embargo, en España con el gobierno ZP se liberalizaron los precios de los servicios ofertados (curioso en un socialista que "odiaba" a los profesionales cualificados pues fue un pelele como gobernante), ¡y los colegios solo tenían un baremo de precios orientativos, nada obligatorios! para que ningún "pardillo" empezara su carrera profesional tirando los precios ni que ningún aprovechado haciera su agosto con un solo contrato de servicios como a veces pasaba. ¿Quién no ha visto en un supermercado un paquete de patatas, por ejemplo, con un precio puesto por el fabricante como "recomendado"? Los gremios de la Edad Media estaban regulados, por los propios gremistas y las entidades estatales para no tener un precio excesivamente elevado o demasiado bajo. Y dio de comer a muchas personas de muchos oficios. Conque un aventurero ponga un precio demasiado bajo, se fastidia un sector. He aquí la prueba,


Y esto ha ocurrido y ocurre en muchos sectores. La liberalización de precios no significa que los consumidores obtengan rebajas pues es gracias a cargarse oficios o carreras antiguamente bien remuneradas. Y a costa de obtener como comprador un precio un poco menor puede acarrear su propio desempleo, pues el mercado está muy entrelazado. Esto pasa cuando compras productos de bajo costo a China. Destruyes puestos de trabajo nacionales que podían emplearte a ti como trabajador... Y eso está pasando porque al existir tanta demanda de empleo, los profesionales en muchos sectores tiran los precios. El problema es que los rebajan los autónomos y las PYMES para conseguir pedidos, pero nunca las empresas grandes que se cartelizan para evitar la competencia entre ellas, que es lo más astuto hecho desde su posición de poder en el mercado y lo más propio al sistema gremial pero con más poder por parte de los grandes empresarios frente a los estados en aquella época, por lo que los que sufren los precios elevados son los consumidores, no por ley de mercado, sino porque la gente no está bien informada de lo que compra ni las ganancias obtenidas por los empresarios por los bienes que adquiere. Si así fuera, nadie compraría un Iphone fabricado en Foxconn… La información del mercado es sesgada. Por lo tanto, la oferta y la demanda son leyes no naturales, porque existe desinformación que hace que los precios sufran distorsiones bastante grotescas. Claro que si puedes vender un Iphone a 3.000 € lo vendes, pero si la gente supiera lo que cuesta producirlo en ciertos centros, seguramente no los compraría, sencillamente porque es una plusvalía enervante. Siempre habría gente dispuesta a comprarlo, pero con esa información, las ventas disminuirían bastante. Con la información en la mano, el consumidor sería mucho más astuto y los precios tenderían a bajar, pero esa asimetría de la información entre oferta y demanda constituye la ventaja para las grandes compañías en detrimento de las pequeñas. Por eso, las fusiones, adquisiciones y destrucción de PYMES que son absorbidas por multinacionales tienden al oligopolio. Y eso no beneficia a los precios, pues elimina competencia y aumenta la posibilidad de cartelización de precios, pues en el capitalismo se busca maximizar beneficios a los accionistas. Y no el beneficio del currela ni del consumidor, evidentemente. Y en esa guerra, el consumidor tiene parte de la batalla perdida por no estar informado, no ya de los precios de la competencia, sino de los márgenes de beneficio de productos que compra allendemares a costa de la destrucción de sus industrias nacionales por la avaricia globalista.

El capitalismo que mejor ha funcionado ha sido durante la Etapa Dorada (1944 - 1973). La actual obsesión con liberalizar todos los mercados y privatizarlos, parece que es la situación óptima, pero se dan casos paradójicos como el que una empresa energética nacional no puede ser comprada mediante OPA por un país peligroso para la Democracia como China y una compañía estatal suya que lo intente. Lo podría hacer sobre una empresa privada pero no sobre una pública. Y Francia y Alemania son países más avanzados que España y tienen buena parte de la energía en manos del Estado. En una Democracia de verdad, que no existe, pues solo funcionó hace 2.500 años en Atenas, el mercado debería estar al servicio de los ciudadanos. El mercado no es ningún dios ni asigna bien los recursos. El capital podría ser Dios, porque genera partes más grandes de otras más pequeñas, asingnado recursos en el emprendimiento a través de la plusvalía, que es lo que hace el universo al crear estrellas, galaxias, planetas, seres vivos,etc. a partir de elementos más pequeños. La ley de la oferta y la demanda, las curvas de cruce y todo el estudio basado en la competencia perfecta son teorías simplistas de los autores clásicos ingleses. Por eso, gente extremista liberal odia la democracia, pues las mayorías mandan en un sistema así, que, además, no existe en la actualidad pues los sistemas políticos son partitocracias, pequeñas tiranías de grupos elegidos que hacen lo que quieren porque se les ha votado sin ningún control posterior por el pueblo. Y los ultraliberales desean siempre un modelo de oligarquía, es decir, que unos "privilegiados" sean los que gobiernen y si lo hacen desde grandes empresas, mejor, porque ¿no está el Estado nacional superado?. Eso es precisamente parte de la ideología que se nos intenta vender: el Estado sobra. ¿Y sin Estado, qué? El problema que tienen las seudodemocracias como la española es que nos conducen a un tipo de socialismo de la subvención, del compadreo, del capitalismo de amiguetes, de los contratos hinchados para la administración, de la corrupción generalizada, que nos lleva irremediablemente a venezolizar la economía y a odiar a los políticos. Pero recordemos que antiguamente había estadistas que se preocupaban por su país y no se vendían a ningún plutócrata para hacer bajo sus designios la planificación hacia el desastre de un país. No es ni el liberalismo turbocapitalista ni el socialismo. En el término medio vivimos en la Edad Dorada del Capitalismo y había controles de precios, y según lo estudiado, se vivía mejor, pues el sector financiero no estaba tan desarrollado. Si la economía vive del parasitismo y rentismo que producen activos altamente especulativos como los productos financieros derivados, ¿quién monta fábricas? Por rentabilidad, nadie. Ésa es la paradoja del capitalismo y así se observa como Gran Bretaña, un imperio manufacturero durante siglo y medio, cuna de la Revolución Industrial, base hoy en día todo su poder económico en el mercado financiero de La City….

Y se debe tener en cuenta que los políticos deberían servir a su país y no a intereses plutocráticos. Servir a un país es servir a sus ciudadanos y empresas. Si no existe ley para impedir que un empresario invierta en un país en una fábrica, reciba una subvención y al de 5 años se largue a otro país con menores costes laborales, entonces, es que el Estado tiene la culpa, porque sus servidores públicos no valen.

Si ciertos precios están exageradamente altos, habrá que estudiar las razones. Si como pasa en España, los costes industriales de fabricación en la industria alimentaria han subido una proporción mayor a los aumentos de precios de los productos expuestos, entonces, un gobierno serio, no debería imponer un precio máximo en este caso. Sin embargo, si se descubre que los precios manufactureros están igual y se ha producido un incremento para generar más beneficios a costa de la ciudadanía en general, que la empobrece, entonces un gobierno sensato y controlado por el pueblo sí podría poner alguna limitación de precios, pues el beneficio general de los ciudadanos es superior a la especulación de algunos para subir el precio y coaligarse mediante oligopolios para hacer lo mismo, como sucede con algunos mercados que funcionan con pocos oferentes, como es el de la producción petrolífera.

Por lo tanto, ¿puede darse el control de precios en un estado democrático? Sí, dependiendo de las circunstancias si se observa que existe una subida exagerada que solo conlleva beneficios a empresarios especuladores. Pero para ello deberíamos tener un gobierno democrático de verdad, con técnicos públicos que controlaran estas situaciones y no estuvieran vendidos a su vanidad, su megalomanía, sus ansias de poder, y a ciertos empresarios sin escrúpulos que solo buscan el lucro a costa de millones de personas, que son los menos.