miércoles, 10 de octubre de 2018

Repaso al crash del ’87


Cuando sucedió el crash de 1987 yo tenía 18 años. Entonces no existía la información que hay hoy en día con internet.

Recuerdo que en 1º de BUP había estudiado el crack de 1929 como una crisis de superproducción más que como una crisis financiera. Allí se decía al respecto que el desencadenante fue una excesiva oferta que colapsó el mercado al almacenar los stocks de los productos y unos índices bursátiles alcistas, muy por encima del valor real de las empresas sobrevaloradas por unas acciones que subían como la espuma.

La política de Ronald Reagan produjo crecimiento económico entre 1983 y 1987, alejó la inflación de las dos cifras. Aumentó la demanda interna fundamentalmente en el apartado de defensa. Las compras públicas de armamento robustecieron a EEUU y debilitaron profundamente a la exURSS que no pudo igualar el paso. Hoy en día soy crítico con el neoliberalismo pero en aquellos tiempos yo también era anticomunista y no sabía los defectos de la era Reagan. Sigo siéndolo, porque el comunismo es una farsa, pero el neoliberalismo es una doctrina preparada para el enriquecimiento de los poderosos.

La bolsa se tornó excesivamente optimista, y su euforia duró 5 años, desde 1983.

Se suele decir que en el día 19 de octubre de 1987 (“Lunes negro” o “Black Monday”) se registró la mayor caída del índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York en su historia. Esto no es correcto del todo. La mayor caída porcentual se produjo el 12 de diciembre de 1914, con una caída del 24,39 %, siendo el valor en puntos menor (lo he buscado sin encontrarlo), fruto del cierre de 4 meses por la I Guerra Mundial, mientras que en el “Black Monday”, se desplomó 508 puntos, un 22,6 %. Hasta esa fecha, sí que se puede señalar como el mayor descenso en puntos, habiéndose superado después.

En el fatídico lunes 19 de octubre de 1987 los cimientos de la bolsa neoyorquina, Wall Street, se resquebrajaron por el pánico de millones de inversores que se lanzaron en masa a vender sus acciones por un volumen total 10 veces superior al medio normal.

Inversores profesionales que tuvieron pérdidas fueron, entre otros: Warren Buffett perdió 347 millones de dólares; Bill Gates, 255 millones de dólares; y la familia de Sam Walton, fundador de los almacenes Wal-Mart, vio cómo su riqueza menguaba en 1.750 millones de dólares.

El desplome bursátil causó pérdidas de más de 550.000 millones de $ entre los inversores. Solo en esa jornada de pánico se anularon buena parte de las ganancias de los años precedentes de euforia.

El presidente de la Reserva Federal norteamericana, Alan Greenspan, llevaba dos semanas en el cargo y le cogió la tormenta en Dallas, no enterándose en primer momento de la caída real del valor bursátil, dado que un asesor le comunicó “5, 0, 8”, y supuso que era de 5,08 puntos… 

Las causas que se atribuyen son variadas, y entran dentro de la lógica de la época: debilidad del dólar, alza del petróleo, miedo a la inflación, un largo ciclo de expansión económica y una Bolsa alta; un fallo en el novato mercado electrónico (recién instalado en Wall Street) y en el mercado de derivados fueron la chispa que dispararon las alarmas. 

Sin embargo, muchos analistas pasan de largo un factor común a varias crisis financieras (1929, 1987), las "bombas de relojería" financiera, como algunos han denominado a los vehículos de inversión altamente apalancados que terminaron por caer los primeros con las condiciones de restricción del crédito. Los famosos trust financieros de los años 20 (híbridos entre fondos y holdings financieros) supusieron una gran lección para los mercados y las autoridades económicas. Durante el período de regulación e intervencionismo como dogma (Estado del Bienestar keynesiano), el Estado tuvo un mayor control de estos productos.

Su modo de actuar y funcionar se basaba en el crédito, el endeudamiento y la revalorización de los activos en los que invertían. Conforme la crisis fue avanzando fueron cayendo por las ventas forzadas de participaciones y ejecuciones de las garantías en las que apoyaban sus inversiones. Son muchos los expertos que han alertado sobre las figuras de los fondos de capital riesgo y los hedge funds.

Una de las causas que probablemente precipitó la negra jornada bursátil fue precisamente el ataque de EEUU a dos petroleras iraníes en el Golfo Pérsico, que Washington consideraba que se habían utilizado para atacar a un petrolero estadounidense. Eso fue tomado como un indicador que el crudo podría subir y animó a que los inversores se desprendieran de sus acciones en un ambiente de pesimismo.

La irrupción en el mercado del trading tecnológico se produjo precisamente en 1987. Thomas Peterffy es considerado el padre del “trading algorítmico”.

En ese año, fue capaz de experimentar este tipo de trading con la primera bolsa electrónica del mundo, el terminal Nasdaq. De esta forma, los inversores podían teclear órdenes directamente en un ordenador.

Pero Peterffy no deseaba escribir las órdenes. Él y sus socios hackearon la conexión con Nasdaq con un cable hasta su propio ordenador, negociando automáticamente en función de algoritmos.

Un alto funcionario de Nasdaq vio el sistema conectado de Peterffy y le dijo que estaba rompiendo las reglas: todas las órdenes tenían que ser introducidas a través del teclado dándole una semana para solucionar el asunto.

A Peterffy y a sus ingenieros se les ocurrió una solución. Construyeron un pequeño robot con dedos de goma (la "mano invisible" del mercado, ja, ja...) que escribía las entradas en el teclado cuando el Nasdaq cumplía los patrones que ellos habían programado y estudiado. Según cuentan, en los días más activos de mercado, el robot escribía tan rápido que sonaba como una ametralladora.

Por lo tanto, hay evidencia de que justo en 1987 se comenzó a usar en el Nasdaq, el “trading algorítmico”. ¿Se usó también en el Dow Jones? No he encontrado información al respecto y existen opiniones contradictorias pues las bajadas de las bolsas fueron arrastradas por otros mercados (la bolsa de Hong Kong abrió antes que la de NYSE por el huso horario) que supuestamente no tenían métodos operacionales con trading algorítmico.

Se suele decir que, en las caídas de la bolsa, se destruyen ganancias. Sin embargo, yo no lo veo así. Considero que en el juego de la bolsa se produce el refrán de que “el dinero no se destruye, sino que cambia de manos”. Si un accionista observa que sus acciones en un crash como el del ’87, están bajando aceleradamente y vende en un momento que cree que todavía puede salvar un importante porcentaje de su inversión, ha perdido dinero, pero la contrapartida es que, cuando esa acción esté en mínimos históricos, alguien la comprará a un precio muy inferior, lo cual ocasionará unas ganancias cuando otra vez la acción suba. Evidentemente, es imposible que ambas acciones (pérdida del valor de la acción y venta y compra de la acción cuando es barata) suceda a la vez, por lo que el dinero que uno pierde, no lo recupera otro instantáneamente, como sucede cuando 2 jugadores compiten en el póker. La existencia de una multitud de agentes que operan en el mercado no establece una relación biunívoca de pérdida – ganancia, pues es claro que no se pueden descubrir los flujos de ganancia, ni tampoco, el tiempo que se necesita para recuperar ese dinero, pero está ahí, a menos que la empresa vaya al proceso concursal de acreedores.

La Bolsa de Valores tiene un lado oscuro y es que, en los períodos de crisis (recesión o depresión) se destruyen empresas que quiebran y desaparecen, no por una mala gestión sino por la intervención de las fuerzas del mercado, que hace que, especuladores ataquen ciertas compañías para sacarlas del mercado.

En EEUU, el regulador de la Bolsa se llama SEC (Comisión de Bolsa y Valores) que funciona desde 1934.

Modernamente el llamado HFT (High Frequency Trading) ha conseguido trabajar con altas velocidades automatizadas de proceso y es capaz de realizar un millón de operaciones por segundo. La capacidad tan elevada se debe a que son los bancos y fondos de inversión más poderosos los que tienen más cerca del local de la Bolsa de Nueva York sus instalaciones informáticas, para así poder tener menos retardo en la transmisión de datos, algo así como lo que ocurre en las líneas de ADSL o cable y la pérdida de "subida o bajada", según la distancia a las centrales.

El HFT permite aventurar las cotizaciones antes que la competencia sin este sistema, de tal forma que lee los valores antes que los demás, y opera en consecuencia con las órdenes marcadas en sus algoritmos matemáticos. El sistema rastrea las operaciones a realizar según los dictámenes marcados en sus algoritmos, y opera con operaciones fantasma, en las que realiza órdenes no declaradas para hacer influir en la cotización, para luego realizarlas en firme tras el ajuste al que quería llegar el algoritmo del HFT. Podría decirse con más claridad que el HFT sondea al mercado de acciones y lo adapta a sus circunstancias, sabiendo que las cartas son marcadas por su propia interacción. Pondremos un ejemplo: supongamos dos jugadores, uno de ellos tiene un espejo con el que puede ver las cartas y el otro jugador no lo sabe. Entonces, el “privilegiado” comenta al otro: “me encanta cuando un jugador tiene 2 ases en su jugada” y éste silencia, pero se pregunta cómo lo sabrá pensando que es imposible pues no hay nadie más en la sala pudiendo ver la jugada. En definitiva, el HFT es un sistema en el cual, los actores que juegan conocen las cartas del adversario y modifican el comportamiento con juegos de farol, para obtener mayores ganancias. Se puede estimar que existe, al menos en la bolsa de Nueva York, un 75 % de jugadores que tienen disponibilidad al sistema HFT. Solo los particulares que juegan al mercado de valores con tácticas y estrategias antiguas de brókers de recetas obsoletas seguramente perderán dinero a largo plazo.

Cuando se trampea en las reglas del juego y la mayoría las emplea, el juego puede parecer legal. El problema no es ya la ética del trading de alta frecuencia. El verdadero problema es que esas operaciones ultrarápidas pueden llegar a alcanzar un crash en pocos segundos y casi nadie se enteraría hasta que el mercado hubiera caído, no 500 puntos sino casi 3.000, como ahora puede darse, pues se han aumentado considerablemente los volúmenes de operaciones. A esas máquinas enloquecidas con fiebre de venta no las pararía nadie, al menos que se desenchufaran. 

Y si la mayoría del mercado da la orden automatizada de venta, ahí no habría manera de parar el colapso bursátil, pues los algoritmos de todos los agentes con HFT serían parecidos y la no intervención humana haría el resto.

Dejando ya la exposición de ese crash donde la avaricia sembró la decepción y la histeria en un día funesto, pero donde luego pudieron recuperarse los mercados en poco tiempo y no llevó a la economía al descarrilamiento que supuso el crack del ’29, hablaremos sobre lo que hacía yo entonces.

Estaba comenzando un nuevo curso académico. Tenía dos inquietudes desde el verano: lograr realizar cintas de mezclas, pues era aficionado a los mix y megamix de la época de música Italo Disco y realizar un programa en Basic con el ordenador ZX Spectrum 48 K para realizar empresas y llevar el control. Al programa lo nombré ”Monopoly”, pero no tenía nada que ver con este juego. Se trataba de introducir unas variables sobre la creación de una empresa: tipo de empresa, nombre, capital de partida, capital necesario para financiar, número de empleados, sueldo medio, coste materias primas, etc. No había estudiado contabilidad, pero me inventé las fórmulas, pues era sencillo. El juego consistía en mantener la empresa con superávit o déficit, se iba pasando de pantalla y cada año te daba los resultados. Evidentemente, el programa usó funciones aleatorias (comandos RAMDOM y RANDOMIZE) que emulaban al mercado. Cuando se necesitaba financiación se recurría a bancos a ciertas tasas de interés o a inversiones en acciones en bolsa. Recuerdo que programé un número de valores bursátiles, los cuales aparecían por arriba de la pantalla desplazándose como había visto en la bolsa en la televisión. Cuando querías comprar valores, te fijabas en el precio de la acción y en el valor y comprabas los títulos que quisieras para posteriormente venderlos cuando vieras que era acertado. Posteriormente lo que ocurría es que la empresa había variado tanto los costes como los valores de las acciones, de tal forma que podías haber ganado mucho dinero o haberte arruinado. También recuerdo que este programa lo realicé emulando los crash y cuando pasaba a una pantalla, iban apareciendo líneas superpuestas del índice de la bolsa, y cuando sonaba un teléfono, 6 tonos con el comando BEEP 2,43: BEEP 2,-43, se producía una caída de la línea. Era una emulación simulada de un router conectando con la bolsa.

Este programa estaba escrito en BASIC y se almacenaba en una cinta de casete, cinta que hace tiempo perdí pues el ordenador se me estropeó hace bastante tiempo.

Fue curioso que acabé el programa en los primeros días de octubre. La idea surgió en julio, pues a mí no me gustaba programar juegos. Sabía programar para mover muñecos en la pantalla, pero no era lo mío. De hecho, tenía muchos juegos de ese ordenador gracias a una tienda informática donde había una especie de club y ahí compartíamos dichos juegos y se podían copiar de casete a casete. Sin embargo, los juegos no eran lo mío y apenas los miraba para ver de qué iban y me aburrían.

Abajo está la grabación de mi primera cinta de casete con imágenes. Era chapucera, pero debe considerarse que se hizo con dos pletinas en lugar de con dos platos tocadiscos. Posteriormente sí realicé mejores mezclas, no llegando a la profesionalidad pues tampoco tenía un mezclador bueno, que permitiera corregir el enlace de un disco con otro, como los de los DJs auténticos.

Burbujas especulativas han existido siempre, recordar dos, la de los tulipanes en Holanda y la de la Compañía de los Mares del Sur donde, hasta Newton, perdió sus ahorros. Ahí es donde se ve que la bolsa no es algo predictivo y es un juego donde algunos pueden perder mucho dinero. Se ha estudiado mediante métodos de muy diversas formas. Hay verdaderos expertos como Warren Buffett, pero como se ha dicho, incluso a veces, pierden dinero.

El crash del ’87 no tuvo la repercusión de la Gran Recesión de 2008, pero sí sembró una nueva alarma sobre los mercados y su desacompasamiento con la economía real.

Los mercados financieros producen dinero y hay gente que usa parte de sus ahorros para invertir en acciones. Si tienes dinero puedes invertir hasta un 20 %. Si subes de ese nivel estás en peligro, pues si lo pierdes todo, luego qué. Los grandes inversores con HFT no se centran en ir a por los pequeños inversores particulares, su meta es arañar céntimo a céntimo el valor de la acción para ganar en múltiples oportunidades de compra-venta, dada la potencia de interacción con el mercado, pero debe quedar claro que, un particular, aún asesorado por un buen bróker que no disponga del sistema de trading de alta frecuencia, nunca podrá alcanzar rentabilidades del 10 - 15 % anuales que vienen siendo típicas en los ambientes actuales no tan empinadamente alcistas como en los meses previos a la debacle del '87.

El crash del ’87 también supuso mi propio crash: cambié de amigos y a la chica que me gustaba la despaché (hice un amago de intentar ir con ella para luego romper bruscamente toda clase de relación, mi intuición no se equivoca casi nunca), todo en el mes de octubre (antes del crash), y creo que fue lo mejor que hice en mi vida. Estar con malas compañías no es bueno para nadie. Desde que cambié de amigos fui mucho más feliz porque ¡por fin! ligábamos. Hasta entonces solo había estado con una cuando tenía 16 cuando vino detrás de mí (cosa que a mí nunca me ha gustado, pero bueno...). Ir con una cuadrilla de alcohólicos (solo pensaban en eso) y cuando se arrimaba cualquier grupo de chicas, ir algunos del grupo a fastidiarlo, no me parece de buenos amigos. Lo mejor en estos casos es cortar por lo sano. Y respecto a la chica, nada más que era una creída y engreída y para colmo la tenía de vecina de enfrente de mi casa. Gente sin ningún interés. Había que romper con todo...¡Y vaya que si rompí! Crash.